sábado, 1 de diciembre de 2007

LA COLUMNA "DEL CHICHA"


Un hincha Cualquiera, Camilo Avendaño

BASTA DE MILAGROS

La temporada de Fernando González ha sido la más exitosa que ha tenido un tenista chileno desde que Marcelo Ríos lograra el número uno del mundo en 1998. Jugar una final del Abierto de Australia, participar en la Tennis Masters Cup, derrotando a Roger Federer y terminando su calendario ATP como siete del orbe son logros extraordinarios para el deporte nacional, teniendo en cuenta la carencia de éxitos relevantes en nuestro concierto nacional. Punto negro: Copa Davis y Nicolás Massú. Punto aún más negro: estos éxitos parecen tener un final cercano.

En el final de este interesante año para el tenis chileno inevitablemente se plantea el balance, pero también se debe hacer una proyección a futuro: el tenis chileno tiene un horizonte incierto. Fernando González tiene como proyección cuatro años más como tenista profesional y a lo más dos o tres años como top ten (o con un nivel que lo justifique), al igual que Nicolás Massú, que si logra recuperar el nivel tenístico que lo llevó a ganar dos preseas doradas en Atenas y a ser nueve del mundo ese mismo año, tendrá apenas tres años más como tenista de elite. ¿Y quiénes vienen después?; ¿quiénes reemplazarán a Fernando González y Nicolás Massú cuando estos jugadores deban colgar sus respectivas raquetas?: nadie.

Lo cierto es que el trabajo formativo del tenis chileno (así como en muchos deportes) es deficiente. La mala calidad de la formación y la falta de recursos para promover la concreción de los potenciales talentos hace imposible el recambio necesario para el futuro del tenis chileno. Jugadores de la talla de Marcelo Ríos, Fernando González y Nicolás Massú, obtuvieron el nirvana de sus carreras sólo por el sacrificio abnegado de sus respectivas familias, las cuales costearon con sus propios bolsillos la carrera de estos “fenómenos” del tenis chileno. Aunque el ex Presidente Ricardo Lagos haya recibido a Fernando González y Nicolás Massú en La Moneda para mostrar al país que “el triunfo de estos muchachos se debe a que las cosas se están haciendo bien en el deporte chileno”, no quiere decir que sea verdad. La realidad es otra (y aprovechando que somos católicos): todos los éxitos del tenis chileno han sido “por obra y gracia del Espíritu Santo”.

Lógicamente no podemos aspirar a tener estructuras formativas tan poderosas como las que poseen los franceses, australianos y norteamericanos, pero los buenos ejemplos tienen que ser imitados. Tal es el caso de Argentina, que si bien es cierto tiene recursos menores en comparación a Francia, Australia y los Estados Unidos, de todas formas ha logrado desarrollar una estructura formativa que le ha permitido sacar grandes tenistas en los últimos 10 años. Lo positivo del caso argentino: calidad y cantidad de jugadores, la simbiosis perfecta del éxito. Es verdad, los argentinos tienen una cultura deportiva mucho más desarrollada, pero si Chile desea promover un desarrollo sustentable del tenis chileno, al menos debe comenzar por mejorar sus estructuras.

Chiledeportes ha sido una de las iniciativas más interesantes del Gobierno para el financiamiento de diversos proyectos deportivos, pero lamentablemente no escapó de las garras de la corrupción, al punto de transformarse en un caso emblemático de la corrupción de la Concertación. Por ello, muchos proyectos interesantes del tenis chileno quedaron sin recursos por el consiguiente bloqueo de la asignación de recursos de un cuestionado Chiledeportes. Por ello, es importante que el Gobierno brinde de manera directa el apoyo necesario para que el tenis chileno tenga un desarrollo acorde a sus capacidades, asignando recursos y desarrollando “de una vez por todas” políticas de desarrollo que permitan el crecimiento del “verdadero” tenis de alto rendimiento, no el que se nos presenta en un balcón de la moneda o en las palabritas de un político. No sólo eso, sino que también acudir a la empresa privada para que apoye diversas iniciativas que procuren mejorar el tenis chileno, no con “ruegos lastimeros”, sino que demostrándoles con hechos de que el tenis chileno puede ser un producto rentable. Así, no tendremos que esperar cada 15 años la aparición de un “milagro”.

El sudador!

1 comentario:

Camilo Espinoza dijo...

Grande Chicha!
el nuevo GURÚ!